El otro día asistí en Coomonte, mi localidad natal, y tierra leonesa por excelencia en la provincia de Zamora, a la presentación de una nueva asociación cultural que pretende revitalizar las actividades del mundo de la cultura en el pueblo, así como rescatar del olvido ciertos ritos y actos tradicionales con un significado simbólico que en los últimos años se han perdido por descuido y abandono, como como ocurre en otros lugares de Castilla y León.
Ojo, no malinterpretemos, a mi las tradiciones, como tales tradiciones, me la soplan, quiero decir, no entiendo quizá deamisado las cabras de campanario ni su significado así como otras cosas tan atroces de ese mismo estilo. Tampoco pienso utilizar los ritos simbólicos que se celebran en cada época del año para crear división y enfrentamiento afirmando la existencia de una nueva nación zamorana, de la que por supuesto nadie ha oído hablar pero como se enteren en el congreso, no tardarán en hacerla incuestionable.
Sin embargo, los ritos forman parte de la especie humana, tanto como la memoria, la historia, el espectáculo público, el horror, la justicia, la injusticia, la felicidad y la infelicidad. Y si sin pretensión de crear división, y respetando el significado histórico de las celebraciones, sin inventarnos milongas nacionalistas, no tonterias de paletos apasionados, estaría bien conservar nuestra forma de ser, nuestra indiosincrasia, y además estar abiertos a incorporar nuevas cosas a esa cultura que ya existía y que pretendíamos rescatar.
Por supuesto en esta tierra, donde por desgracia lo que abunda no es la cultura y la brillantez, no han faltado los envidiosos que confunden siglas, que malinterpretan las cosas, y que ven conspiraciones judeo-masónicas en todo lo que tenga letra y que por dejadez o necedad se niegan a leer. Pero eso son gajes del oficio, daños colaterales con los que ya contabamos antes de empezar con la asociación, que, aunque está fuera del ámbito político, no han faltado malas intenciones a la hora de interpretarlas.
Y si además de traer sabiduría y cultura sobre nuevas tecnologías, rescatar tradiciones que se iban a perder, y unir a la gente de la localidad, la asociación en si apoya y echa una mano a quienes pretenden estudiar la historia y saber quiénes fueron y qué hacían nuestros antepasados, y de paso crear una biblioteca que contenga una bibliografía básica de las obras que sustentan la civilización occidental, mejor que mejor. Por eso mando desde aquí un sonoro aplauso a los impulsores de esta iniciativa.